Porque amar la tierra no es suficiente, hagamos sostenibilidad juntos y de paso salvemos nuestro planeta
Desde pequeña he tenido una profunda conexión con la naturaleza, por fortuna llevo en mi memoria los paisajes húmedos del sur de Chile, los bosques interminables que pasaban a mí lado por la carretera, los fríos ríos y lagos que nos daban un respiro del calor en verano, y por supuesto las vacas pastando sin ninguna preocupación más que la de pastar.
Al crecer comprendí, que esos bosques eran monocultivos de pinos, que los ríos estaban desapareciendo debido a las hidroeléctricas y que esas vacas terminarían en mi plato de comida.
Eso no borró mis recuerdos más hermosos, pero si le dio un propósito a mi vida: ¿Cómo salvar nuestro planeta? ¿Cómo mantener vivos los bosques nativos, los ríos, los mares y conservar porciones de tierra que albergan innumerables cantidades de especies de flora y fauna nativa?
Con el tiempo, ese propósito se convirtió en un deber, que sólo yo me obligaba a mantener. Me obsesioné con eliminar el plástico de mi vida; cambié todos mis productos químicos por productos orgánicos y con ingredientes naturales; dejé toda proteína de origen animal; y cambié todos mis productos de un solo uso, por productos reutilizables, ojalá, de por vida.
Me estaba convirtiendo en una anarquista de todo lo que tuviera un impacto ambiental, pero con el paso de los años, caí en cuenta de algo que me abrió completamente los ojos. Lo estaba haciendo sola.
Entonces entendí que mi tarea no era volverme una ermitaña y vivir con impacto cero (lo que además es prácticamente imposible). Mi tarea era enseñar y transmitir mi amor por este planeta. Entregar herramientas para que juntos podamos transitar hacia una vida más consciente.
Aun así, algo no me calzaba. Mientras yo me sentía completamente culpable por consumir un producto de necesidad básica que venía envuelto en plástico, miles de industrias producían miles de productos con plásticos de un solo uso, consumían miles de litros de agua y generaban miles de emisiones de gases de Efecto Invernadero.
Me di cuenta que mis acciones, no generaban tanto impacto como las acciones de las industrias y corporaciones, y que este impacto podría ser positivo también si es que estas industrias y corporaciones se unían por un buen común: La sostenibilidad.
Estoy segura que toda empresa puede cambiar algo en su sistema productivo para generar menos impacto ambiental y a su vez obtener un beneficio directo de este cambio.
Por ejemplo, algo tan simple como cambiar los vasos de cartón para café, por tazas reutilizables; puede hacer que disminuyas tus residuos en un 30%, lo que se traduce en menos costos de disposición de residuos, y a su vez eliminas un gasto fijo al reemplazar vasos desechables por tazas que te pueden durar muchos años.
Y esto, es sólo un ejemplo rápido de lo que la Sostenibilidad Corporativa puede hacer para tu compañía y para el planeta, animate a ser parte del cambio. Te invito a conocer Urbal y a que juntos podamos descifrar el lado sostenible que tiene tu empresa, y de paso salvar nuestro planeta.